John Malkovich: el asesinato como obra de arte
- Valentín López
- 14 dic 2018
- 2 Min. de lectura
El actor estadounidense presentó en León su montaje de la Comedia Infernal (la historia de un asesino de mujeres) en abril de 2012, justamente cuando el asesinato de mujeres se cometía en México impunemente. Esta crónica se publicó en El Sol de León.
Durante sus dos funciones en el teatro Bicentenario, John Malkovich y su Comedia Infernal llevaron al público (entre el que estuvo en la función del viernes el gobernador Héctor López Santillana) de la ópera al drama, del monólogo al canto, del barroco al posmodernismo, y de la risa al aplauso.
En esta puesta en escena, John Malkovich interpretó, con su solvencia actoral, a un asesino serial carismático y cínico, bromista y brutal.
Para eso, trajo de ultratumba a Jack Unterweger, con objeto de que, 18 años después de su muerte, confesara las motivaciones que tuvo para asesinar a 13 mujeres por cuya muerte se le sentenció dos veces a cadena perpetua en Austria.
Pero la confesión nunca llegó.
Arias barrocas para un asesino
Jack Unterweger, metido en la piel de John Malkovich, intentó venderla al público contenida en su segunda autobiografía, escrita después de muerto.
La primera la escribió durante su encarcelamiento de 15 años, antes de ser indultado por su primer asesinato.
Es así como, más que un monólogo, la Comedia Infernal es un diálogo permanente entre realidad y ficción, canto y discurso.
Es también un diálogo entre dos expresiones artísticas, dos épocas, dos idiomas: el poético italiano de las arias operísticas y el prosaico inglés de nuestros días.
Y es también una permanente ironía: desde el inicio de su monólogo, John Malkovich en su papel de Jack Unterweger la presenta, no como un espectáculo performance, sino como una lectura de su libro de ultratumba.
Asegura que la música barroca, con la que su monólogo se alterna, le crispa los nervios y lo estresa.
Las mujeres de su vida, representadas por las sopranos Sophie Klussman y Marie Arnet, se expresan cantando arias barrocas.
El juego de la ironía
De este modo ocurre el anacronismo como propuesta artística, el juego de géneros, la fusión de registros para contar una historia.
Y es esto lo que hace de los cruentos asesinatos representados sobre el escenario, toda una obra de arte.
Por eso, a lo largo de una hora y media la Comedia Infernal transcurre entre la delectación exquisita y las emociones más virulentas, entre momentos sublimes y desparpajados.
Como cuando John Malkovich ahorca con sus propios sostenes a las sopranos, o cuando se burla (como en la Ciudad de México lo hizo de la Estela de Luz) del dinero gastado en la Victoria Alada.
Y al final, las dos últimas ironías:
La primera: el libro que a lo largo de toda la función Jack Unterweger intenta venderle al público, contiene puras páginas en blanco pues, como dice en la voz de John Malkovich, “no he escrito una sola palabra verdadera en mi vida”.
La segunda: la horca que, durante la última pieza musical de la obra, Jack ha estado atando, se queda sin usarla:
“¿Creen que me voy a ahorcar mientras ustedes están sentados mirando? Ya me suicidé una vez, y no es una experiencia que quiera repetir. Pero vengan mañana, a ver si cambio de opinión”.

Comments